lunes, 4 de junio de 2007

D1A 1NTERNAC10NAL L1BRE DE HUM0 DE TABAC0

Así es, lectores y lectoras, el pasado jueves 31 de Mayo se "celebró" el Día Mundial de No Fumar, como todos los treinta y unos de Mayo desde 1989(A que esa no se la sabían). Y pues la onda es que los fumadores se aguanten un poquito las ganas de fumar, cosa que me parece perfectamente razonable, a pesar de no participar en los festejos(o sea que yo sí fumé y mucho).

Pero, ¿por qué un poust tardío al respecto? Pues, principalmente, porque en A1BL0GYÜ nos gustan, tanto los días festivos, como sacar humo. Además, no sé si fue sólo mi percepción, o realmente hicieron mucho ruido con motivo de dicha fecha (hasta se me olvidó cuantos millones iban ya en el Melate); en las calles, publicidad sobre el nuevo tratamiento para dejar de fumar sin nicotina. En el radio y la tele fueron tomados por "expertos" vomitando cifras alarmantes, con el fin de alertarnos sobre esta "epidemia" (porque el fumar ya es considerado como enfermedad, una plaga peor que la peste, la viruela y el SIDA juntos, según). Veía a la gente como con penita de prender sus cigarros; y si lograban a prender uno , volteaban hacia todos lados, como buscando dedos señalándolos, inquisidores. Aunque, insisto, todo esto pudo haber sido resultado de mi percepción únicamente, de mi paranoia de fumador.

Yo fumo; me gusta hacerlo.
Realmente lo disfruto a mitad de variadas circunstancias.
Aspiro y despido humo de manera frecuente desde hace unos seis años, y debo aclarar que no empecé por presión social (de hecho, pocas veces me he sentido presionado por la sociedad), ni por sentirme grande ni hacerme el interesante. Simplemente lo empecé a hacer.

Y para serles sincero, yo aborrecía el cigarro. Me molestaba. No le encontraba el encanto (esto claro, porque casi todo lo que no me gusta, es porque lo he probado). Lo cual me recuerda mi primera vez; mi pérdida de virginidad pulmonar, la corrupción de mi tráquea, la ruptura del himen de mis alveolos.

Tenía como ocho años.
Siempre he sido curioso, sobretodo de niño (durante mi infancia, hice del meter tenedores a los toma-corrientes todo un deporte y un acto de estupidez con chícharos por el que fui a parar a urgencias, pero eso se los cuento en otro poust), y mis padres (mi papá y mi mamá, no vayan a creer que tenía dos papás) fumaban en cantidades industriales, cosa que con el tiempo, se convirtió en un fascinante enigma para mí. Así que, con ganas de saber de qué había muerto el gato y armándome de valor una tarde cualquiera, tomé la cajetilla que mi madre había dejado sobre la mesa del comedor. Cuidándome de no ser sorprendido, y como producto de un plan totalmente improvisado, me apresuré al baño de mis papás (mi padre solía fumar en el baño, así que no habría problema con el olor) con mi verde medalla al valor entre las manos. Cerré la puerta y puse el seguro. Analicé detenidamente aquellos Benson mentolados por cosa de un minuto. Repetí la operación analítica con el encendedor dorado que estaba, también, dentro de la cajetilla. Presioné el botón un par de veces para comprobar si el funcionamiento de los artefactos en cuestión era como suponía debería de ser. Abrí la cajetilla y dejé que mi dedo pasara aleatoriamente sobre cada uno de los cigarros, como si todos fueran completamente distintos, hasta decidirme por el que sentí que debía encender. Lo saqué, deslizándolo lentamente hacia arriba (cual debe de ser) y lo examiné con los ojos y después con la nariz. No había marcha atrás, era mí cigarro. Torpemente, activé la llama del encendedor con la mano derecha, mientras acercaba el largo (larguísimo para mi en ese entonces) y delgado tubito blanco con la izquierda, de manera demasiado cuidadosa, como si estuviera realizando un experimento químico complicadísimo. Después de que la punta hizo contacto con el fuego, esperé unos segundos, hasta ver que una pequeña flama se formaba en el extremo del cilindrito. Nervioso, solté el encendedor, dejándolo caer al piso y soplé para extinguir la llamita. Me tranquilicé al momento de ver que salía un tímido hilito de humo grisáceo, casi blanco. Ahora sí, lo acerqué a mis labios (ya sé que hice todo mal, pero dénme chance, era mi primera vez) y demostrando que la imitación es la forma de aprendizaje más primitiva, aspiré el humo un par de segundos, lo contuve otros dos y lo exhalé de golpe.Inmediatamente, una tosecilla onda Derek Zoolander en una mina de carbón y una risita, hicieron las veces de soundtrack de mi travesura. continué dando una tímidas fumadillas mas, aunque tosiendo y riendo cada vez menos(ya no era tan chistoso, como cuando bautizan el cuarteto de Homero como "Los Borbotones"). "No es la gran cosa" pensé, un poco aturdido "No sé que le ven". Así que tiré lo que quedaba del cigarrillo (unas tres cuartas partes) al retrete y bajé la palanca para deshacerme del cuerpo del delito. Soplé y batí el aire con las manos para disipar la evidencia.Abrí, sonriente e insatisfecho, la puerta. Cuidadosamente, devolví la cajetilla verde a su lugar. Un crimen perfecto a los ocho años y creo que, como yo, la gran mayoría inició sus coqueteos con la nicotina con un cigarro mentolado.

Pero insisto, no empecé a fumar por adaptación, pero gracias al bombardeo constante de campañas antitabaco, ha nacido en mí un sentido de pertenencia: Soy Fumador. Y, siendo que no empecé a fumar por presión social, no quiero dejar de hacerlo por lo mismo, ni mucho menos por cifras de dudosa procedencia.
Hay un Capítulo de Penn & Teller's Bullshit (creo que lo pasan los martes a las 11 en Ef-ecs) en el que indagan el cómo se llegó a la conclusión de que tabaquismo pasivo es fatal, de manera imparcial aunquer un poco exagerada (y eso que estoy de su parte).

"Fumar es un vicio horrible", es lo que siempre digo (quizás siendo un poco sarcástico) a todo aquel o aquella que me contesta "Gracias, no fumo" después de que le ofrezco un cigarro. Sin embargo es facilísimo dejarlo, yo ya lo he hecho como mil veces (gracias, Mark Twain).
Pero bueno, ya chole con el tabaco, esto lo ando escribiendo a manita en mi cuaderno de Wile E. Coyote a las 4 de la mañana del lunes, porque no puedo dormir y creo que ya me clavé de más.
Eso si, quiero dejar de fumar cuando lo crea necesario (un par de años antes de tener hijos, por ejemplo), no cuando no me dejen hacerlo en ningún lado o que las cajetillas cuesten 200 varos.

Finalmente, gracias a todo aquel que les este poust completo(definitivamente el más largo y clavado hasta ahora) y muy en especial, a los 7 cigarritos que dieron su vida para hacer de mi escritura más amena.

4 comentarios:

Karlita dijo...

Ahh que Diego, definitivamente uno de mis post favoritos! ¿Por qué será que cuando uno empieza a fumar lo hace en el baño? Yo lo probe por primera vez a los trece y aún recuerdo esa sensación que hoy es inigualable (aunque me fume una cajetilla). Un sudor un poco frio y extraño te recorre el cuerpo, y ese hormigue en la frente... ahh, que tiempos aquellos.
PD: A esa edad solo fume unas dos veces, y comence a hacerlo profesionalmente a los 19, aún no le tomaba muy bien el gusto ni sabia hacerlo de la forma "correcta", me fumaba casi una cajetilla en 2 horas. Sólo así sentía hormiguitas y me mareaba un poco, que tonta era!!!

el d1eg0 dijo...

Yeah!
A Karlita no le dió güeva el poustezototote!
Gracias!

Moises Salazar dijo...

De nada, lei tu "poust" completo y si,la primera vez fue con un maldito benson mentolado en el parque que estaba por mi casa con un vecino de mi misma edad , ¿por que le da a las jefas comprar mentolados cuando sus hijos estan en la edad de la curiosidad?

Moises Salazar dijo...

Por cierto , un poco tarde mi comentario pero es que apenas empiezo...